Una onda acústica se genera por la vibración del aire. Cuando dicha vibración cumple los requisitos del oído humano, interpretamos esta señal como una sensación sonora: un sonido. La intensidad del sonido se mide en decibelios (dB).
Cuando queremos medir un sonido, el instrumento de medida debe emular el comportamiento de nuestro oído, y por lo tanto sólo mide entre 20 Hz y 20 KHz. Aunque el aire puede vibrar fuera de ese rango, nuestro oído no captura dicha señal, y por lo tanto el instrumento de medida no debe medirla tampoco.
Por otra parte, nuestro oído no es igual de sensible para toda las frecuencias, y los mismos decibelios, dependiendo de la frecuencia, generan una sensación más o menos elevada. Como es lógico, los instrumentos de medida tratan de reproducir este comportamiento, y es así como surgen las redes de ponderación. La ponderación A es la más extendida en el campo de la acústica ambiental. Cuando configuramos el instrumento de medida con ponderación A, la medida la expresamos en decibelios A, dBA.